miércoles, 24 de agosto de 2011

Chiapa y Cuauhtémoc, bellezas inocultables


Abelardo Ahumada

El sábado 13 de agosto los integrantes de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades de Colima sesionaron en la cabecera municipal de Cuauhtémoc y fueron recibidos por el Ing. José de Jesús Plascencia Herrera, alcalde de esa bella población enclavada entre barranquillas y cañaverales en plenas faldas del volcán.

Los Cronistas con el Presidente Municipal de Cuauhtémoc, Col.

Durante la entrevista colectiva con el presidente Plascencia, los cronistas le comentaron que durante los días 14 y 15 de octubre, aprovechando precisamente el inicio de las fiestas de San Rafael, las más famosas del pueblo, se estará verificando allí mismo, y en las ciudades de Colima y Villa de Álvarez, el Primer Coloquio de Crónica e Historia Regional, en el que se espera intervengan cronistas, historiadores y narradores de Colima, Jalisco y Michoacán que hayan escrito (o estén por escribir) algunos trabajos relativos al intenso trajín y a la enorme influencia que para la vida de la región tuvieron el Camino Real de Colima y sus ramales. Detalle que alegró al funcionario, en la medida de que sabe muy bien que su municipio era la entrada (y salida) obligada de la antigua Provincia de Colima, y de que los antiguos ranchos de San Jerónimo (donde naciera el actual Cuauhtémoc), surgieron, vivieron y se desarrollaron precisamente debido al ir y venir de los viajeros y arrieros por aquel antiguo camino. Ofreciendo todo su apoyo para sacar adelante ese evento.


Terminada la visita con el alcalde, el cronista municipal, Profr. Antonio Magaña Tejeda condujo a sus compañeros en una especie de tour por la parte más céntrica de la población, explicándoles algunos detalles que sólo él sabía: como por ejemplo, que el portal de la parte inferior del Palacio del Ayuntamiento lleva el nombre del ex gobernador Fernando Moreno Peña; quien durante su ejercicio como tal apoyó la construcción de esa parte de la alcaldía y del kiosco de la plaza principal, ambos de cantera.


Los llevó a recorrer también esa parte importantísima de todos los pueblos que es su mercado, porque los mercados reflejan siempre las penurias, las miserias o las bonanzas y modos de ser y comer de la gente que habita allí, dando señal de lo que allí se produce y consume, y de lo bien o mal que les va a sus pobladores. Pudiendo constatar nosotros, en este caso particular, que el mercadito de Cuauhtémoc refleja la limpieza y el orden que también se percibe en las calles del pueblo, tan anchas, tan rectas, tan bien diseñadas.


Pasando el auditorio municipal, construido e inaugurado en tiempos del gobernador Elías Zamora Verduzco, nativo de allí mismo, está una bonita calle cerrada que antes era un tramo de dificultosa subida, y que hoy se ha convertido en un precioso andador que por un lado tiene el bello templo de San Rafael y su muy bien cuidado jardín, y por otro el muro posterior del auditorio, que hace unos pocos meses se embelleció al consentir las autoridades municipales que Martín Torres Vega (Martorrev), famoso pintor de Jalisco, plasmara en dos grandes murales el espíritu y la cultura de los cuauhtemenses.

En el menor de los murales se muestra, como recostada al pie del volcán, una preciosa morena, representativa, seguramente, de la madre tierra, cuyas faldas de manta son continuación de las del volcán, a cuyo pie se yerguen tanto una imagen frontal del edificio del ayuntamiento como las chimeneas del ingenio de Quesería. Y más abajo, sobre las piernas semidobladas de la mujer, que evidentemente simulan los lomeríos de Cuauhtémoc, aparece la figura del arcángel  San Rafael, cobijando con sus alas protectoras a los niñitos del pueblo. Por otra parte, en la mayor de las dos pinturas la composición nos muestra a otra mujer enorme, volando o flotando como una nube. La mujer no es tan bella como la anterior pero parece representar la actualidad del municipio con dos rostros más, menos notorios, que tiene detrás del suyo, y que parece que así como la anteceden, la estuvieran aconsejando también, y que reflejan, si no me equivoco, el espíritu libertario del padre Hidalgo, y la defensa de la tierra hecha por el caudillo Zapata.

Sobre las faldas y los pies de la gigantesca mujer flotante, el pintor, ingenioso y creativo como sabe ser, colocó una procesión y una cabalgata, reflejando sin duda alguna el origen religioso de las fiestas del pueblo, y el vértice laico y alegre de la famosa “Entrada de la Música”. Todo ello, como les dije, frente al marco bellísimo del jardín y del templo de San Rafael. Jardín, por cierto, en el que vimos, sentado en una banca de fierro, a un anciano apacible, sin saber, hasta que Toño Magaña nos dijo, que él es el artífice del rincón florido . Donde se pasa diariamente horas enteras sin detenerse a pensar si ya concluyó su horario de trabajo, o si es domingo o día de fiesta. Un hombre, pues, ante el que hay que quitarse el sombrero.


Después de visitar la parroquia y el que con toda seguridad es también uno de los curatos más bonito de toda la diócesis colimota, nos dirigimos al Centro Cultural Cuauhtémoc, antigua casona expropiada a los propietarios de la hacienda de Buenavista, y en la que don Lázaro Cárdenas promoviera en sus tiempos de poder una escuela para el pueblo. Allí, en el patio, al pie y junto a casi todos los costados de las pilastras que soportan los techos de los cuatro corredores, existe un gran cúmulo de piedras prehispánicas labradas que el cronista fue coleccionando y que él nos dice son “piedras que hablan”, porque reflejan, como los murales descritos, los modos de ser, creer y pensar de quienes habitaron el área hasta antes de que llegaran los conquistadores.


Al finalizar esta exposición fuimos a una casa, situada frente al jardín principal, propiedad de uno de los “famosos Velasco de Cuauhtémoc”, que nos refleja, con su alto y enorme zaguán, el piso empedrado y enladrillado de su entrada, los corredores y las grandes habitaciones del interior, y  su corral con noria y restos de un pesebre, “cómo eran las casas típicas de antes”.

Después de disfrutar el tour, abordamos los respectivos vehículos y nos trasladamos hasta la ex hacienda de Chiapa, para realizar propiamente nuestra asamblea mensual. Cuyos detalles no tiene caso mencionar aquí.


Fuimos recibidos por la guapa señora Gabriela Ochoa, administradora del casco de la ex hacienda, convertido hoy en un espacio propio para hacer fiestas, exposiciones y reuniones de trabajo. En los muros situados en ambos costados del zaguán existen dos grandes árboles genealógicos referidos a las dos familias que sucesivamente han sido las propietarias de la ex hacienda: la fundada por don Manuel Álvarez Zamora, ex jefe político del Territorio de Colima, y primer gobernador del Estado, que se remite allí hasta su bisnieta Griselda Álvarez Ponce de León, quien correteó en su infancia (y hasta sus quince años) por esos elegantes pasillos. Y la familia Peralta, que se remite hasta Jorge Peralta Cabrera, su actual propietario, y quien tuvo que invertir, a lo largo de ya casi 20 años, una gran cantidad de dinero sacado de su bolsa, para rescatar de situación ruinosa en que se hallaba esta preciosidad que vemos hoy.
Nos tocó sesionar en lo que fue el comedor de la hacienda, teniendo por un lado el panorama de la huerta de cafetos visto desde la ventana de reja, y teniendo por otro la vista al patio central de esta joya de la arquitectura colimota que todos los paisanos deberían tratar de conocer. Todo esto antes de que concluyera nuestra jornada con un verdadero banquete en uno de los corredores del edificio.

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CONFERENCIA DE ABELARDO AHUMADA EN EL ARCHIVO DE COLIMA

CRÓNICA EN IMÁGENES José SALAZAR AVIÑA