martes, 18 de octubre de 2011

XV ANIVERSARIO DE LA ASOCIACIÓN DE CRONISTAS


ESTE 21 DE OCTUBRE NUESTRA ASOCIACIÓN DE CRONISTAS DE PUEBLOS Y CIUDADES DE COLIMA, A.C., CUMPLIRÁ XV AÑOS DE FRUCTÍFERA LABOR.





jueves, 13 de octubre de 2011

SE SUSPENDE HASTA NUEVO AVISO NUESTRO COLOQUIO


Estima@s Amig@s, Posterior a un análisis verificado con los compañeros cronistas de los municipios sedes (Colima, Cuauhtémoc y Villa de Álvarez) respecto de la situación climatológica y daños que están atendiendo las autoridades locales y, contando además, con el beneplácito de los compañeros del Sur de Jalisco, por instrucciones de nuestro Presidente Abelardo Ahumada, se les comunica que SE SUSPENDE HASTA NUEVO AVISO EL “Coloquio Regional de Crónica e Historia” programado para los días 14 y 15 del presente mes y año.
Confiando en su comprensión y apoyo, reciban un cordial saludo.

Muy respetuosamente. Miguel Chávez Michel, Secretario.

martes, 11 de octubre de 2011

La Primera Cabalgata Regional del Siglo XXI

Abelardo Ahumada

En una conversación sostenida semanas atrás con Arturo Valencia López, director general del Instituto de Fomento de Ferias y Exposiciones de Colima, ex alcalde de Comala, criador de caballos finos, consumado jinete y lazador, me dijo que desde hace algunos meses, “varios hombres de a caballo de aquí de Colima y Jalisco”, habían estado comentando acerca de la posibilidad de recorrer el Camino Real de Colima precisamente en bestia, “con el propósito de reconocerlo y ver el modo de rescatarlo y acondicionarlo como un potencial turístico para el estado”.

“Coincidentemente con nuestra propia idea –continuó-, había otras personas del Sur de Jalisco que estaban pensando algo similar, y platicando con ellas, nos hicieron la propuesta en agosto de participar, en el plazo de un mes, en la Primera Cabalgata Regional Sierra del Halo-Volcanes, que se verificaría durante los días 4 y 5 de septiembre, a partir de Ciudad Guzmán, para llegar hasta Tonila, pasando por Tuxpan, por Atenquique, El Platanar y San Marcos, en una primera etapa. Y que si queríamos, podríamos salir en otra ocasión desde Tonila hasta Colima, en una segunda. La propuesta nos pareció muy bien, se la comentamos al gobernador y le gustó la idea.

Otros compañeros de Colima y yo nos apuntamos para participar en el primer recorrido y, aunque nos llovió, lo terminamos en Platanar, habiendo sido ésa una bonita experiencia”.

Al preguntarle que quiénes estaban originalmente organizando dicha cabalgata me conectó con la Sra. Nélida Magaña Cuevas, de Ciudad Guzmán, quien es al parecer una promotora turística que pretende hacer lo suyo en la mencionada región. Conversé unos momentos con ella, pero como estaba urgida con otras cosas, me remitió a su página de internet y vi que, en efecto, desde agosto estaban promoviendo la cabalgata, básicamente con el mismo propósito descrito por Arturo Valencia. Pero anunciando que la Segunda Etapa de la Cabalgata se recorrería durante los días 2 y 3 de octubre. 

01.- Preciosa panorámica de un tramo del Camino Real, en los antiguos potreros de La Albarrada. 

Como ya desde antes tenía alguna noticia de la cabalgata, me dispuse a participar. Pero no recorriéndola a caballo, porque ni burro tengo, sino yendo en mi camionetita a esperar a los jinetes en donde pudiera, para documentar gráficamente su paso por tramos del Camino que aún quedan, desde Platanar a Colima. “El hombre – sin embargo, dicen- propone, pero Dios dispone”, y el sábado 2 no pude ir, pero madrugué el domingo, y como me habían dicho “los de logística” del gobierno estatal que partirían de Tonila “a las siente en punto”, ahí me tienen, desvelado, tratando de despertar como los gallos de rancho.

La “logística”, empero, parece que jamás ha sido puntual en los viejos caminos de herradura y tuve tiempo de estacionar mi carcanchilla en una brecha que está pasando la barranca de Quesería, e irme a pie por el viejo y descascarado camino, hasta la Barranca del Muerto (límite interestatal), en donde al filo de las 8:45 alcancé a escuchar, primero, los ecos de un largo y alegre repique del campanario de la iglesia de Tonila y, hacia las 9, las notas del son que lleva el nombre del camino interpretadas, al parecer, por una banda de música que se venía acercando al filo de la barranca. 

02.- La modernidad y la antigüedad se juntaron en el momento en que los jinetes pasaron por el puente de la Barranca del Muerto. 

Me subí entonces al bordo del camino, ya en territorio colimote, y desde lo lejos vi a los primeros jinetes descender por la orilla del desfiladero. Recorrí apurado el tramo que me faltaba para llegar al antiguo puente ubicado casi al fondo de la barranca, me subí en el barandal para tomar la mejor panorámica que pudiese y no puedo negar que me emocioné al ver a los jinetes llegar, recordando lo que dicen los viejos libros de historia en el sentido de que la última vez que pasó por allí un grueso contingente a caballo, fue durante la madrugada del sábado 18 de julio de 1914, cuando el general Álvaro Obregón, se obligó a pasar por allí con una fracción de Ejército Revolucionario del Noroeste, debido a que alguien le advirtió que había algunos enemigos apostados en los puentes y en los túneles del ferrocarril, y tuvo miedo de que los emboscaran. 


03.- Unos jinetes que me dijeron venir de Los Altos de Jalisco, se ataviaron con indumentarias típicas de los arrieros y los jinetes de finales del siglo XIX. 

Eran, en ese momento, como unos 80 o 100 caballos los que venían. Y entre sus jinetes alcancé a distinguir unos actores ataviados como un chinaco, como Miguel Hidalgo y como Benito Juárez. Vi también a Mario Anguiano, a René González, al joven Agustín Morales, presidente municipal de Comala, al mencionado Arturo Valencia, a Eloy García Alcaraz, a unos pocos charros de corazón, a varios funcionarios y reporteros sosteniéndose dificultosamente sobre sus monturas, y a unas cuatro o cinco muchachas expertas, que les daban “veinte y las malas” como jinetas a no pocos de los galanes de gorras tejanas que iban allí. 

Saludé y me saludaron unos cuantos a la pasada, y me quedé reflexionando en el hecho de que, si les quitáramos los teléfonos celulares, los cintos piteados, las botas norteñas, las camisas cuadradas, y las caras de colimenses y jaliscienses bien comidos (y hasta pasaditos de peso) a los jinetes que acababa de ver pasar, esa escena sería lo más parecido que en este tramo del siglo XXI se podría montar, para representar lo que pudo ser el trajín cotidiano del Camino Real cuando funcionaba.

Como la trepada de regreso era muy larga y empinada, le pedí un aventón al chofer de una especie de comando de guerra (seguro antepasado de las húmmers de hoy) para no tener que regresarme a pie a mi vehículo, y me fui contemplando el hermosísimo panorama que en toda esa parte de nuestro estado existe, viendo a los volcanes como si cambiaran de posición luego de cada curva, entre espigas de maíz a veces, o destacando en otras entre los cañaverales y los pequeños pinares que cubren los históricos potreros de la antiquísima (y original) Hacienda de La Albarrada, por donde sé que en esos minutos íbamos pasando. 

04.- Sobre la actual calle Libertad, en el Barrio de El Tierno, en Cuauhtémoc, pasaba el Camino Real. 
Rebasé a los jinetes cuando salieron de la brecha a la carretera y me adelanté en mi carcacha para verlos pasar por la calle más céntrica de Quesería, notando que ya habían sumado otros veinte o treina jinetes a la comitiva. Como a las 11:40 pasaron por Alcaraces, siendo cada vez más numerosos, y tomaron por una vieja brecha hacia Cuauhtémoc, para no seguir exponiéndose por la carretera. En Cuauhtémoc entraron después de las 12:30 y ya iban entonces como 300. Se detuvieron unos minutos junto al jardín del pueblo, en donde había un pequeño templete, en el que el profesor Antonio Magaña Tejeda, cronista municipal de allí, tuvo la encomienda de darles la bienvenida a los cabalgantes, y de explicarles un poco cómo fue que precisamente en ese sitio, “a la vera del Camino Real”, nacieron hace casi dos siglos los Ranchos de San Jerónimo, y se fundaron las primeras ordeñas, las primeras fondas y los primeros espacios para darle servicio y hospedaje a los viajeros. El Profe Toño habló de los mesones que allí hubo cuando los ranchos se convirtieron primero en el pueblo de Guatimotzin, y explicó también que esa denominación que no les gustó a sus paisanos, cambiándola por la de Cuauhtémoc.

La comitiva herrada continuó hasta detenerse para sombrear y almorzar durante casi una hora bajo las ramas de los árboles gigantescos que rodean el Lienzo Charro del pueblo, el cual ésta, precisamente, junto a otro tramo del Camino Real.

En ese momento no iba Mario, el gobernador, cabalgando, y me dijeron que se había salido un rato porque desde antes ya tenía un evento “agendado”. Yo me les volví a adelantar por la carretera y me fui hasta el Ocotillo, para esperarlos de nuevo. Tardaron muchísimo en llegar hasta allá, pero la segunda etapa de la Primera Cabalgata Regional concluyó hacia las 16:30 horas en el antiguo corral de ordeña de la ex hacienda de Chiapa, en donde fueron recibidos por los organizadores de una comida campestre, por Jorge Peralta Cabrera, el dueño actual de la finca, y por la guapa Gabriela Ochoa, su administradora. 

05.- He aquí, sombreándose, a una parte de los concurrentes, bajo los grandes árboles del camino, junto al lienzo charro de Cuauhtémoc.
Interpretaron entonces canciones rancheras los muchachos de un mariachi de Coquimatlán; se llenaron las mesas de comensales (y no pocos “gorrones” y “colados” que, como siempre, nunca han de faltar). Corrieron los meseros con las cheves y los refrescos, que les deben de haber caído como néctar de los dioses a los asoleados jinetes. Luego llegó la birria (poquita, como para gente con dieta), con frijolitos puercos y arroz dorado (enseñadito también), y antes de que alguien me dijera “comes y te vas”, me fui saliendo de allí mientras el mariachi entonaba las estrofas de La Palma, aquella palma que según esto estaba junto a la orilla del mar, Y a la que un enamorado le preguntó “que si estaba en el floreo/ pá mandarle por correo/ (se supone que a su amada)/ cuatro suspiros del alma”. Esa misma, pobrecita palma, que “con el sol se marchitó/ como se marchita mi alma/ cuando tú me dices que no”.

sábado, 8 de octubre de 2011

ESTAMOS A 6 DÍAS DEL COLOQUIO




MAÑANA LA ENTRADA DE LA MÚSICA EN CUAUHTÉMOC




Mañana domingo 9 de octubre de 2011
La Entrada de la Música en Cuauhtémoc, Col.

A las 10:00 horas para ganar lugar.
Vive nuestras tradiciones.


Cronistas plantean el rescate de costumbres colimenses



*Integrantes de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima invitan al rector Miguel Ángel Aguayo al Primer Coloquio Regional de Historia, Crónica y Narrativa



Varias coincidencias y propuestas para preservar las costumbres, hábitos y espacios tradicionales del Estado de Colima se pusieron de manifiesto durante la visita que los integrantes de la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima hicieron al rector de la Universidad de Colima, Miguel Ángel Aguayo López.

Esta reunión se realizó en el marco de los quince años de existencia de la Asociación, y la plática con el dirigente universitario giró alrededor del citado tema, donde visitantes y anfitrión se dijeron preocupados por la pérdida de algunas costumbres propias de la ciudad, caminos históricos, el consumo de productos regionales, y donde también se expusieron posibles soluciones con una visión global, dentro del primer cuadro del Centro Histórico de Colima.

En nombre de la asociación, su presidente, Abelardo Ahumada González, informó de la realización de revistas trimestrales temáticas para incidir en materia educativa, puesto que todos los integrantes han sido docentes de algún nivel educativo.

Informó, además que la ACPCEC se unió con cronistas regionales de Michoacán, Jalisco, Nayarit, Aguascalientes y Zacatecas para crear la Asociación de Cronistas de la Región.

Abelardo Ahumada dio a conocer, igualmente, la alianza con el INEGI para recuperar material cartográfico detallado de cada municipio, con delimitaciones y relieves adecuados, los cuales aparecerán en su próximo libro que se realizará con recursos de cada uno de los ayuntamientos.

Por su parte, Aguayo López dijo que la Universidad de Colima apoyaría una futura publicación que rescate la historia de la entidad, porque siempre son válidas otras visiones y dentro de la casa de estudios existe sólo la historia dejada por el desaparecido profesor Manuel Velasco Murguía, como documento relator de esos tiempos.

El grupo de cronistas fue encabezado por sus ex presidentes, Juan Delgado Barreda, (Villa de Álvarez), Noé Guerra Pimentel (Armería), Miguel Chávez Michel (Armería) y Roberto George Gallardo (Coquimatlán), y complementado por Rubén Jaime Valencia (Comala), Antonio Magaña de Tejeda (Cuauhtémoc) y José Salazar Aviña (Tecomán).

Posteriormente, el rector y los cronistas e historiadores intercambiaron publicaciones sobre historia como muestra de reconocimiento y amistad. De manera especial lo invitaron al Primer Coloquio Regional de Historia, Crónica y Narrativa que tiene como tema Historias compartidas del Camino Real de Colima y sus ramales, donde participarán cronistas, historiadores y narradores del sur de Jalisco y del Estado de Colima, a celebrarse en Colima, Villa de Álvarez y Cuauhtémoc el 14 y 15 de octubre.

VISITA AL RECTOR DE LA UDC

CRÓNICA EN IMÁGENES

José Salazar Aviña




El Rector Dr. Miguel Ángel Aguayo López Recibió a los Cronistas de Estado de Colima, al frente nuestro presidente Abelardo Ahumada González





Abelardo entrega obras publicadas por los Cronistas de Colima al Rector Dr. Miguel Angel Aguayo López.

Abelardo muestra la cartografia que aparecerá en el primer número de la revista, convertida ya en libro, de la crónica en Colima.

Los Cronistas de Colima y el Rector de la UDC

martes, 4 de octubre de 2011

ENTRADA DE LA MUSICA EN CUAUHTEMOC



ESTE DOMINGO 9 DE OCTUBRE EN PUNTO DE LAS 10.00 HORAS INICIARA LA ENTRADA DE LA MÚSICA EN CUAUHTÉMOC, COLIMA.
FIESTA TRADICIONAL DE COLIMA, LOS ESPERAMOS.
CONDUCTOR DEL EVENTO, NUESTRO COMPAÑERO CRONISTA PRIMERO Y VITALICIO, PROFR. ANTONIO MAGAÑA TEJEDA.

Reunión en Villa de Alvarez

CRÓNICA EN IMÁGENES.
José Salazar Aviña.


Este es el cafecito donde llevamos a cabo el sábado 1 de octubre de 2011, nuestra reunión mensual en Villa de Alvarez.

Los cronistas atentos a los trabajos.

Presidente, Secretario y Tesorero en la dirección de la asamblea.

Aquí el tesorero nos muestra como se trabaja, observa contento el presidente.

Buena reunión, felicidades para mis compañeros cronistas.


sábado, 1 de octubre de 2011

UN VIAJE A LA TUMBA DEL EMPERADOR CUAUHTÉMOC


Abelardo Ahumada


Mañana, lunes 26 de septiembre de 2011, se cumplirán 62 años de que un día similar, pero de 1949, se publicó a nivel nacional, la noticia de que, luego de un cúmulo de azarosas búsquedas, se había descubierto la tumba del Emperador Cuauhtémoc. Nota que provocó diferentes reacciones entre los arqueólogos, los historiadores y los profesores de la época; porque mientras unos valoraban aquél como uno de los dos más grandes hallazgos de la arqueología mexicana, otros lo calificaban como una de las más grandes imposturas que los arqueólogos mexicanos habían logrado inventar, con el propósito de, según eso, darle algún asidero a la identidad mexicana, tan vapuleada entonces por el gobierno malora de Miguel Alemán.

Al cabo de algunos años y con algunas pruebas físicas y documentales de por medio, se confirmó el dato de que los restos hallados debajo de lo que había sido el altar, de una capilla del siglo XVI, en Ixcateopan, Gro., eran los del último hueytlatoani mexica.

Hasta ese punto llegaba mi información al respecto un día de julio del año 2002, cuando, sin haberlo siquiera imaginado, de repente me vi participando en un interesantísimo viaje que concluyó precisamente a unos pasos de ese antiguo templo. Dándome la oportunidad de conocer, a menos de un metro de distancia, el esqueleto de aquel joven guerrero que tanto se opuso a la conquista española…

En esa ocasión recuerdo que llegamos a Iguala, Gro. el día 31 de julio, a participar en el XXV Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, y que entre otros, íbamos por Colima, Juan Delgado, Víctor Santoyo (muerto posteriormente), Noé Guerra, Antonio Magaña, Rafael Tortajada y  este redactor.


El 2 de agosto inmediato, ya para concluir la última jornada de trabajo, el cronista anfitrión, Andrés López Velasco, un sujeto alto, sesentón, fornido, de bigotes arriscados, rostro aparentemente “mal encachado” y que llevaba siempre las mangas cortas dobladas hacia arriba y un ancho sombrero terracalentano, se presentó en nuestro salón y nos anunció:
“En cuanto concluyan pasen por favor a abordar los camiones que estarán junto a la plaza, porque nos vamos a ir a comer a un pueblo de la sierra”.
-         ¿A dónde, tú? – no faltó alguien que le preguntó.
-         Es una sorpresa – dijo, y se fue arriscando la punta derecha de su bigote.

En Iguala estaba haciendo un calorón de los mil demonios y varios compañeros decidieron mejor ya no ir a la sierra y se fueron a pachanguear a Acapulco, pero Toño Magaña y yo decidimos quedarnos y nos subimos a unos de los cinco casi destartalados camiones urbanos como a las 2 y media de la tarde; para salir de la calurosa ciudad una media hora después.

Rápidamente nos percatamos que íbamos con por la carretera a Taxco y supusimos que Andrés nos iba a dar un tour por la ciudad colonial, pero nos equivocamos.
El calorón seguía siendo infernal y no disminuía ni tantito aunque llevábamos todas las ventanillas abiertas.

Pedí permiso entonces  al conductor para ir de pie sobre la escalerilla del autobús y ver mejor los paisajes de la sierra guerrerense, no muy diferentes, por cierto, a los paisajes cerriles de nuestra región.

A los cuarenta minutos dejamos la carretera pavimentada y el convoy se enfiló por una terracería en donde nos esperaba una patrulla rural con cuatro policías armados  como comandos de guerra.

-         ¿A dónde nos llevarán  éstos? – me preguntó la esposa del cronista de Ciudad Mante, Tams.
-         Tal vez a protegernos de una emboscada del E.P. R. – respondí en broma.

Los motores rugían sobre la cresta de los cerros en casi pura primera. Varios de quienes íbamos comenzábamos a desesperar de hambre, sospechando que aquel fragoroso camino lo más que nos podría llevar era a una ranchería desierta. Error muy grande el nuestro puesto que, luego de casi un par de horas de andar llegamos, por fin, ya con pinos y encinos en el paisaje, a un pueblo interesantísimo, pintoresco y antiguo, algo parecido a los pueblos más viejos de Michoacán, pero diferente a éstos en que el suelo de sus calles y sus banquetas es ¡enteramente de mármol! pues, según nos dijeron allá no hay piedras de otro talante.

Descendimos de los autobuses replicando entre nosotros porque nadie nos avisó que ahí ya comenzaba a hacer frío y eso que apenas era la media tarde.

Impresionado por el hecho de que una simple terracería nos hubiera llevado a un pueblo tan singular indagué si no habría otro camino y me dijeron que sí, que había otra carreterita que, saliendo por el otro extremo del pueblo lo conectaría uno a Taxco. Dato que tampoco me aclaró la duda sobre el nombre y la significación del pueblo.

Yendo con mi amigo Antonio Magaña Tejeda, cronista de Cuauhtémoc, Col., y casi 200 personas más, caminamos por la calle principal del pueblo como parvada de turistas norteamericanos ante la mirada indiferente de los lugareños. Conté a simple vista las torres de cuatro templos o capillas. Uno de los cuales, evidentemente en el centro, de aspecto venerable y antiguo, que resultó ser, y me pareció increíble, el templo de Santa María de la Asunción, que comenzó a construir, en 1529, el muy venerable y respetado fraile misionero Toribio de Benavente, mejor conocido como Motolinía.

Más motivados por el hambre que por la historia, caminamos en ese momento hacia una casona señorial del centro, en donde nuestros anfitriones nos iban a obsequiar con un excelente mole de la región. La casona me llamó gratamente la atención porque en su fachada había el combativo  nombre de “Museo de la Resistencia Indígena”, y porque en su portal exterior había una muestra de los bellos muebles rústicos que producen en esa parte de la sierra guerrerense. Dándome cuenta en ese momento que ya no tenía pilas mi cámara y que no había modo de conseguir otras.

Entramos al “Museo de la Resistencia” y vimos la mayoría de las mesas dispuestas en el patio llenas ya de compañeros; por lo que decidimos recorrer el museo, mientras se despejaban las sillas. Pero cuál sería nuestra sorpresa que en la primera sala donde ingresamos estaban las jarras del agua fresca, los tambaches de tortillas, las cazuelas de mole y arroz, y las cocineras sirviendo. Mexicanos al fin, no faltó el ocurrente que gritara: “¡A la cola!”. Y en la cola nos formamos, habiendo sido de los primeritos en saciar el hambre atrasada. Hecho lo cual, viendo pletóricas las demás salas, sigilosamente nos escabullimos y nos fuimos por nuestra cuenta a explorar el pueblo.


La plaza, sin ser algo del otro mundo, es una plaza muy bella, sobre todo, porque, como podrá apreciarse en una de las fotos que presento, está igualmente pavimentada con piedra ornamental de mármol.

Muy cerca de ahí, tras la presidencia municipal, vimos un letrero alusivo a la permanencia en esa población de Doña Eulalia Guzmán, estudiosa enviada a Ixcateopan hacia el año de 1949, a quien le tocó paleografiar y autentificar los antiquísimos documentos que certificaban el enterramiento de Cuauhtémoc, Guatimotzin o Cuatemo, justo debajo del ara del templo fundado por Motolinía. Dato que nos invitó a caminar más rápido.


Llegamos a un amplio atrio frontero que, como en la mayor parte de los templos franciscanos, debió de haber servido como huerto y jardín. Vimos los muros cubiertos por la pátina del tiempo y nos retratamos allí. Pecado sería no haberlo hecho.

Pasamos  por el zaguán de gruesos tablones y herrajes. Entramos a la nave silenciosa con sus nichos vacíos de imágenes cristianas y sólo vimos al fondo, austera, sencilla, la tumba resaltada del emperador Cuauhtémoc, que fue mandado ahorcar por Hernán Cortés en un arrebato de miedo, de celos y furia.


Caminamos como sólo se camina en los lugares sagrados hasta la espaciosa vitrina que, como ataúd de cristal, muestra los restos calcinados del héroe mexica, nacido precisamente en ese pueblo, entre 1495 y 1500, como hijo príncipe Ahuízotl, que había sido enviado a pacificar y gobernar el señorío rebelde de Ixcateopan, y que luego se casó con la princesa chontal Cuayautitlalli, nativa de allí mismo.

Razón más que suficiente, pues, para que Cuauhtémoc esté sepultado allí. Pero ¿por qué y cómo llegaron sus huesos hasta ese sitio en particular?

Según testimonios fidedignos que lo prueban, Hernán Cortés mandó ahorcar a Cuauhtémoc y otros grandes tlatoanis del Altiplano el 28 de febrero de 1525, en la provincia tabasqueña de Acallan, porque un jorobado traidor que antes fue esclavo de Moctezuma, le dijo al capitán español que los jefes indios estaban conspirando en su contra.

La comitiva de Cortés dejó los cuerpos colgados y continuó su viaje en la selva, pero en la noche, treinta de los hombres más fieles de Cuauhtémoc se regresaron en secreto, lo descolgaron de la ceiba en que pendía y decidieron modificarlo mediante el sistema de “tatemado”; es decir, ahumándolo con leña verde para desecarlo, hacerlo más liviano y poderlo transportar con relativa facilidad hasta su lugar de origen. Tarea que realizaron, turnándose, en un viaje que duró casi cuarenta días.

Junto a la tumba venerada, una historiadora de Acapulco fungió unos momentos como sacerdotisa, quemando nopal y recitando letanías en náhuatl. Luego sahumó a varios de los compañeros, entre lo que Toño Magaña, gran admirador de “Mi señor Cuauhtémoc” – dice-, para pronto se apuntó.
Cerca del cráneo ennegrecido del último emperador azteca hay un delgado platillo de cobre, labrado a base de puros martillazos, que se encontró en las excavaciones y dice, con letras grabadas ya muy borrosas: “1525-1529 Rey e S. Coatemo”.



En el archivo del museo del pueblo hay un texto interesantísimo de Motolinía, del que transcribo unas frases:
“Dejo [a] estos naturales escritos [para que los] conserven como un documento [y…] sepan lo grande que tiene esta tierra como tesoro y dicha de ser la cuna de ese señor Rey Coatemo que yo tengo como un varón de mucha bravura y de mucha decencia que yo admiro en esta tierra de Ichcateopan”.
Con el ánimo lleno de admiración similar a la que tuvo Motolinía, los cronistas nos retiramos del pueblo al oscurecer, y regresamos a Iguala ya muy entrada la noche.



CONFERENCIA DE ABELARDO AHUMADA EN EL ARCHIVO DE COLIMA

CRÓNICA EN IMÁGENES José SALAZAR AVIÑA